A veces nos dejamos engañar por fantasías absurdas que nos llenan de esperanza. Una ráfaga de luz entrando por una ventana nos puede hacer creer que el mundo entero va a cambiar.
Y nos aferramos a eso, a esos detalles de la vida que parecen florecer desde la nada. Los encontramos y los hacemos propios, para llevarlos con nosotros donde sea, para cargarlos dentro nuestro. Y así decoramos nuestro alma, lo colmamos de pedazos de alegría, lo adornamos con imagenes felices, para poder vivir siempre con una sonrisa en la cara.
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