Eso era una cosa y yo era otra. Y juntos no éramos nada, ni una cosa ni otra. Pero ese día estaba distinto. Nos miramos otra vez, como siempre, como nunca. Nos dijimos las mismas cosas con palabras diferentes, nos contamos un cuento que tenía otro final.
Dije que no, que ya era demasiado y que no perdíamos nada. Sí, perdimos eso, perdimos todo. Yo lo perdí y me miró; él me perdió y lo sentí.
Perdimos juntos, y eso fue lo primero que hicimos entre los dos.
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