domingo, 18 de mayo de 2008

Entusiasmo

Recuerdo aquel día en el que sentados en la mesa de la cocina los tres nos pusimos de acuerdo en que faltaba Entusiasmo. Y salimos a buscarlo.
Yo recorrí los mares, desde las olas más frágiles hasta los fondos más profundos.
Vos caminaste la tierra, trepaste por las montañas y te sumergiste en pozos.
Ella voló los cielos, le encontró forma a las nubes y vio desde dónde sale la lluvia.
Pero ninguno tuvo suerte. Volvimos a juntarnos con la cabeza gacha y los hombros encogidos. No lo habíamos encontrado. El Entusiasmo no estaba en el agua, ni en la tierra, ni en el cielo.
Creímos que era el final, y nos resignamos a vivir sin él.
Pero entonces llegó ella, poderosa como siempre, con su fuerza arrolladora. Entonces llegó la Angustia.
Nos tomó por sorpresa. Ninguno la había visto venir. Ninguno sabía desde dónde había llegado, pero todos la sentíamos. Jugaba con nuestros miedos y enfurecía nuestra euforia. Nos oprimía el pecho y nos robaba el aire. Nos revolvía el estómago. Nos dejaba inmóviles.
De pronto nos dimos cuenta de que esa Angustia tan fuerte, solo podía tener origen en un lugar. Y la buscamos ahí, adentro nuestro, adentro de cada uno. Y ahí la encontramos. Y escondido detrás de ella, casi sin fuerzas para gritar, estaba él, el único capaz de matarla por completo, el Entusiasmo.

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