miércoles, 3 de octubre de 2007

Nada

Tenía ganas de no quedarse con las ganas de hacer nada. Entonces hacía todo lo que tenía ganas. Pero un día tuvo ganas de no hacer nada. Y entonces lo hizo, no hizo nada. Y las ganas se fueron expandiendo, se acomodaron en su cuerpo como si fuera un colchón de plumas, llenaron cada espacio, cada rincón. Tomaron cada pedazo de su tiempo. Cubrieron cada momento. Ocuparon su mente por completo. Entonces no hacía nada, porque nunca quiso hacer lo que no tuviera ganas. No salía. No jugaba. No corría. No ordenaba. No leía. No gritaba. No reía. No observaba. Solo hacía eso que le daban ganas. Entonces tampoco comía, ni pensaba, ni sentía, ni soñaba, ni creía, ni esperaba. Y un día, las ganas de no hacer nada lo tomaron por completo. Entonces, tampoco respiraba.

1 comentario:

laura dijo...

Uf! qué fuerte. La nada hasta el abismo. Nada. Asusta.