viernes, 12 de octubre de 2007

Perderse

“Hay que perderse”, dijo. Y ella trató de cumplir la consigna de inmediato, casi como si fuera una verdadera orden en lugar de un simple comentario pasajero de esos que él a veces dice sin pensar demasiado. Pero su tono de voz, tan confiado y seguro, le resulta a menudo un modo imperativo, y la hizo sentir que debía hacerle caso.
Desde aquel día está intentando lograrlo, pero en su afán por perderse no para de encontrarse. ¿Será que perderse no es un acto voluntario? Muchas veces se perdió por las calles, sin querer. Apurada, con frío, cargada de cosas y con ganas de llegar. Y entonces se perdía de verdad. Pero ahora no podía. No sabía cómo hacerlo.
¿Perderse sería ir en otra dirección? Eso parecería revelarse, es muy distinto. Perderse es más que eso.
Perderse es tener un camino pero no encontrarlo. ¿Si no cómo se explica la pérdida? Uno no pierde algo no tiene. ¿Y algo que no sabe que tiene? ¿Podría perderlo sin saber que existe?
No sabe si le sale perderse. Quizás no quiere. Entonces quizás pueda ¿no dijimos que era involuntario? Tiene que no querer perderse para poder hacerlo, para que le pase. ¿Pero si ya no quiere perderse para qué lo va a hacer? ¿sólo por cumplir con la consigna? Y entonces estaría perdida sin querer. No le gustaría. Como cuando se pierde en la calle. ¿Y si no cumple la consigna? A veces hay que ignorar los tonos imperativos.

1 comentario:

María del Carmen dijo...

Me sentí muy identificada ¡Cuántas veces me quise perder y no pude!