viernes, 31 de agosto de 2007

Dudo


No sé si dormir la siesta o seguir cantando.
No sé si dejar mi vida o seguir avanzando.
No sé si buscar un sueño o vivir buscando.
No sé si volar despierta o pisar volando.
No sé si aferrarme a algo o dejarme libre.
No sé si bailar un tango o peinarme firme.
No sé si escribir un rato o saltar las cuerdas.
No sé si tener un gato o dejarlo afuera.
No sé si soltar el hilo o agarrar el globo.
No sé si vestirme fino o pasearme en lomo.
No sé si ponerle azúcar o tomarlo amargo.
No sé si escupir el agua o beberme un trago.
No sé si mentirle a todos o no hablar con nadie.
No sé si pasar por alto o pensar aparte.
No sé si contar un cuento o inventar un libro.
No sé si quedarme adentro o buscar caminos.
No sé si escribo despierta o escribo soñando.
No sé si tu boca abierta va a decirme algo.
No sé si comprar cortinas o papel de diario.
No sé si salir corriendo o quedarme un rato.
No sé si mi letra es linda o es un espanto.
No sé si me hablás en serio o me estás cargando.
No sé si pararé pronto o seguiré andando.
No sé si tendré una moto o un auto caro.
No sé si mi vida entera será un milagro.
No sé si seré exitosa o seré un fracaso.
No sé si la tinta en gel es mejor que el caucho.
No sé quien es ese pibe ni quien es Mario.
No sé si podré mirarme y encontrar algo.
No sé si saber la hora o seguir pensando.
No sé si las uñas rojas o color claro.
No sé si las flores secas están llorando.
No sé si los ruidos fuertes son ruidos malos.
No sé si el amanecer hizo algún ensayo.
No sé cómo se combina la ropa oscura.
No sé si el perro que ladra me pide ayuda.
No sé cuándo terminar esta catarata.
No sé si no sé pensar o no se cortarla.
No sé por qué tantas dudas no me preocupan.
No sé si estás trabajando o estás a oscuras.
No sé si ser ordenada o lavar los platos.
No sé si escribir a máquina o seguir a mano.
No sé cuantas letras caben en el cuaderno.
No sé si iremos al cielo o al infierno.
No sé si el pescado crudo tiene algo de rico.
No sé si este texto largo tiene algo lindo.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Voy a leer


"Aroma de café amargo". Me lo prestaste entusiasmada, con la consigna de que a mí me iba a gustar. Y lo miro. Lo miro llenar mi biblioteca vacía. Miro sus colores, su espesor y el dibujo de su tapa. "Sí, voy a leerlo" pienso, y me pongo a ordenar la cocina. Quizás mañana, cuando tenga más tiempo. Ahora tengo que pensar si hago fideos largos o rulito.
Ah, cuando tenga un velador. Ahí sí lo voy a leer, antes de dormir. Los días que no vaya a yoga, ni llegue muy tarde, ni alquilemos una peli. Lo voy a leer mientras él también lea. Sí, lo voy a convencer para que lea. Le va a hacer bien leer un poco.
Aunque si estamos los dos en casa, mejor charlar, si no nos vemos en todo el día.
Lo voy a leer en el colectivo, cuando viaje sentada. Últimamente no ando mucho en colectivo, pero podría empezar.
O mejor lo leo cuando voy al baño... pero voy a leer muy poco, no me sirve.
Queda bien en la biblioteca blanca, le da color.

Hace todo mal


El despertador no es malo, malos somos nosotros que lo hacemos sonar en momentos indesedos, cuando no queremos que suene. Y después lo odiamos, lo tiramos, lo empujamos. Pero guay con que un día no suene. Entonces lo odiamos más aun. Porque ese día no nos molestó, nos dejó seguir soñando. Quizás le dimos pena, sintió compasión por nosotros. O quizás nos avisó bajito y no quisimos prestarle atención, pero siempre va a seguir siendo su culpa.
Hace todo mal, nos despierte o no. Feo ser despertador, no se lo deseo a nadie.

viernes, 24 de agosto de 2007

Mientras suena el Ipod.


Ipod color nena que me hace compañía. Amor y sopa caliente, todo lo que quiero. Reset. Empezar de cero. Empezar otra cosa. Lindas cosas. Ahora sí. ¿Cambios? Eso le digo a la gente. Las palabras sencillas de decir y gustosas de escuchar. Pero yo no pienso en cambios, pienso en vidas, en momentos.
Cada momento esconde un mundo diferente. Los momentos son todo. A veces se olvidan algunos, pero de todas formas se vivieron.
Momento de sopa con vacas, vacas kosher. Momento de destornilladores. Ropa sucia y budín marmolado. Para revivirlo mañana. Bolsas, lindas, feas, llenas y vacías. Yadró (¿se escribirá así?), muñecos de porcelana ¿no dije que quería deshacerme de los muñecos? Regalos firmes y prometidos. El bolso que viene y va. Viene lleno, vuelve vacío y se llena de nuevo. Bolso con refill. Más disimulado que una valija, más lento, más tranquilo, sin apuro. Cajones mezclados. Medias y pijamas. Perchas de madera que nunca compramos. La calefacción: un tema aparte ¿cuándo prenderla? ¿en dónde? Heladera grande o con poca comida, y pava eléctrica, por ahora la estrella de la cocina, la única que ya empezó su trabajo de verdad.
Chiquito el parlante del Ipod color nena, pero qué potencia, con qué nitidez suena. Shuffle songs, que decida él, yo ya estoy eligiendo demasiado.
Topetinas, frazadas y cinta aisladora ¿todo eso necesita una casa? Papel afiche, una buena idea de buenos amigos. Austera, simple. Y el cuarto cerrado. Un rincón que se abrirá en otro momento. Con ideas, con proyectos. Por ahora, dos ambientes y una puerta con llave.
Alicate ¿no traje alicate? Esto de la espontaneidad a veces me juega en contra. Y menos mal que compré los posavasos, una visionaria. Plata tirada y compartida. Desorden y prolijidad. Luz, mucha luz. Mientras suena una canción desconocida que no sé cómo llegó a mi Ipod ¿la puse yo?
Joya nunca taxi. No entiendo esa frase, pero ahora tomo taxi. Llegaste. Qué lindo verte en casa. Dame un beso ¿o dormimos juntos? Ah, sí.

jueves, 23 de agosto de 2007

Neblina...


¿Serán ganas de no ver, que se nos aparecen a todos al mismo tiempo? ¿Será viento concentrado que se cansó de avanzar y quedó varado en un punto, y se fue acumulando, como el tráfico de la calle Corrientes en horas pico? ¿Será miedo, como en las películas de terror que veíamos a oscuras con una pila de chocolates que quedaban intactos, porque los nervios no nos dejaban comerlos?
No se qué es la neblina, ni por qué viene, ni para qué sirve, lo que sí sé es que los días con neblina son distintos. Tienen otra textura, otra escenografía. Porque la neblina oculta lo que hay más allá, y nos obliga a ver lo de más acá.
La neblina es el ahora, es lo que tenemos, lo que nos rodea y nos toca de cerca. La neblina es no fijarse en el afuera, en el futuro, en lo que viene, ni en los demás. La neblina es uno, tal como es, sin que nadie lo vea.
A veces la neblina es necesaria. Otras veces molesta, abruma con su presencia y nos llena de soledad.
Algún día la neblina se pondrá en venta, como todo en este mundo, y cada quien decidirá cuándo utilizarla. Entonces cuando uno necesite recordarse, sentirse, mirarse, tendrá su neblina para que lo proteja.
Quizás todos tenemos ya nuestra propia neblina ¿nos hará falta verla para percibir que está?

viernes, 10 de agosto de 2007

Black out


Sentada en mi casa, la que ahora va a ser mi casa, o ya lo es, o todavía no. Sentada esperando nada. Sí, esperando algo, pero sin el apuro del que espera, sin la carga del esperar, sin prisa ni ansiedad; solo esperando porque eso fue lo que me trajo hoy acá. Con el sol de la tarde, hermoso sol, el sol que elegí, que elegimos juntos, porque nosotros decidimos desde donde mirarlo, y pensamos cuidadosamente desde donde nos iba a mirar, y así lo quisimos. Y ahora que ya podemos disfrutarlo lo siento mío, nuestro. Tenemos un sol, y con eso tenemos todo.
Tan vacío pero tan lleno. Sin nada y a la vez con tanto. No hay muebles, ni siquiera un pequeño taburete (no sé si alguna vez tendremos uno), pero hay ideas, sueños, ganas y proyectos. Hay risas, besos, miradas y caricias. Hay esfuerzo, dedicación y empeño. Hay todo lo que necesitamos, porque hay el amor que nos tenemos.
Un ruido me hace asomar al balcón y mirar la calle, la vieja calle, o la nueva calle. No es la misma calle que caminaba hace algunos años, se ve distinta. Más grande, más seria, más sólida, se ve desde arriba, pero sí es la misma.
El barrio también se ve distinto, mi viejo barrio, o mi nuevo barrio, el barrio que me vio crecer y el que ahora nos va a ver juntos.
Tenemos black out, que se suba el telón y que empiece esta nueva vida.

domingo, 5 de agosto de 2007

¿Fiaca?


Algo no me deja levantar, llamémosle "fiaca", no se. Lo cierto es que se me terminó la tinta de la birome antes que la hoja, y en un intento desesperado por extraer la última gota que quedara, la birome cayó al piso y rodó al otro lado de la cocina, y justo cuando estaba por confirmar mi teoría acerca de que la fiaca no me dejaba levantar, sin pensarlo me paré de un salto para despedirme de ella y tirarla a la basura.
Entonces mi teoría se derrumbó de golpe. ¿Era realmente fiaca? ¿Qué es la "fiaca" en realidad? ¿Qué se esconde detrás de ese término -porque ya pasó la categoría de palabra- que funciona como aliado indestructible y justifica cualquier falencia, irresponsabilidad u omisión del que se la adjudique libremente?
"No fui, me dio fiaca". Ah, entonces no hay problema. "No lo hice porque tenía fiaca". Perfecto, si es así, no hay nada más que hablar. O peor aun "Lo haría, pero me da mucha fiaca".
Qué hipocresía. Es obvio, salta a la vista de cualquiera que lo quiera analizar, que la "fiaca" es un fiel reflejo de las ganas. Es la forma sutil y homologada socialmente de decir "NO SE ME CANTA".
¿Por qué no hablamos con propiedad? ¿Por qué no dejamos de ser tan falsos? ¿Por qué buscamos la manera de quedar siempre bien ante los demás, de ser comprendidos y apoyados, en lugar de decir lo que realmente sentimos?
Y me quedé sin ganas de seguir escribiendo. Me surgieron ganas de levantarme de esta silla en la que pasé las últimas dos horas. Y entonces dejo todo y me voy, porque se me canta.