martes, 25 de enero de 2011

Mi versión de “No te salves“

Que mis sueños no se apaguen tan solo porque despierte,
que mis días sean siempre cada uno diferente,
que la duda no me invada,
que tome mis decisiones,
que no intente convencerme de que algo no está tan mal.
Que mis ojos no se cierren cuando le teman a algo,
que mi voz grite más fuerte cuando sea necesario,
que no deje ni un instante de amarte cuando te vea,
que recorra con mi mente los lugares que yo quiera.
Que nunca prefiera el NO, antes de haberlo intentado,
que me atreva a soltar lo que tenga tan guardado,
que no deje de observar los detalles de la vida
como si la inmensidad opacara mis pupilas.
Que me entregue sin preguntas,
que improvise sentimientos,
que me invente mundos nuevos en donde haya más misterios.
Que no deje de reír al menos todos los días,
que me atreva a compartir lo que no compartiría.
Y que viva solamente cada instante de la vida
con la furiosa emoción de aquel que alcanza la cima.
Con preguntas sin respuesta,
con esfuerzo y valentía,
con la convicción intacta de ser un alma infinita.



lunes, 24 de enero de 2011

Desde otro tiempo


Nunca conocí los colores de mi abuela. Las fotos solo muestran rasgos en tonos de grises. Pelo oscuro. Piel blanca. Ropas monocromáticas. Nada de vida.
Ahora sé que sí la tuvo. Ojos verdes, uñas rojas, expresión de melancolía.
Todos éramos distintos cuando en la infancia que nunca ví ellos juntos eran cinco, una familia completa, como la mía mil años después.

Siempre supe que extrañaba eso que jamás viví. Son almas que me rodean desde algún lugar del tiempo que a veces, entre mis sueños, se hace sentir tan presente.

Ese lugar al que no fui me visita y me recuerda. Me conocen. Yo lo sé. Y me aman desde ahí, desde su lugar perdido. A veces traen mensajes que aprendí a comprender. Los escucho, los percibo. Alguna vez tuve miedo. Es mi familia invisible, esa que nunca se fue.


viernes, 7 de enero de 2011

¿Y cómo?


Perplejo me quedé. Perplejo. Qué rara palabra. Y yo estuve así, por unos segundos, como si la nada me hubiera invadido.
El vacío intenso me cubrió de todo y creí que el mundo había terminado en ese breve instante en el que me perdí.
Dijimos "mañana", dijimos no puedo, pensamos "no importa", tomamos el tiempo de todas las cosas. Miramos el cielo. Dijimos de nuevo un otro "mañana". Cuando llegó el día, estuve perplejo. Qué rara palabra. Cada vez que viene la siento una extraña. Jamás me acostumbro. Le tengo respeto, miedo, un aire de cortesía. Y la quiero lejos para que se acerque solo en el momento que digamos juntos: mañana, de nuevo.